Adriana Ponzoni 1
¿Cómo dar un testimonio lo más cercano posible a la experiencia vivida en la India y, además, como si eso no fuera suficiente, agregar la tocante realidad compartida en aquel lugar con colegas analistas indios trabajando e intercambiando sobre nuestras distantes realidades, a lo mejor más próximas de lo que se podría imaginar?
Me importaba y me importa mucho, además de la transmisión de tal experiencia singular, trabajar el lugar desde donde debía hacerla. En Pasaje a la India, película dirigida por David Lean en 1984, encontré claves interesantes a esos efectos, al igual que en la correspondencia iniciada en 1921 entre el Dr. Girindrashekhar Bose y Sigmund Freud. La película de Lean me llevó al libro de Edgar M. Forster, Apassageto India(1924/1994), en la que se basa y del cual toma el nombre.
Un artículo del periódico The Guardian, del 20 de junio de 1924, recoge de las propias palabras del escritor acerca del personaje de la señorita Quested2 lo siguiente: que “él ya no intenta examinar [apreciar o interrogar] la vida, sino ser examinado [apreciado o interrogado] por ella”3 (Arnold, 20 de junio de 1924, párr. 1).
Esta frase me parece que introduce una buena clave de acercamiento desde la cual leer el libro, ver el film y aproximarnos a la India y al psicoanálisis que viene gestándose allí desde hace más de cien años. Además, me parece una buena clave a la hora de la experiencia analítica y de los intercambios entre colegas sobre dichas experiencias. Finalmente, también a la hora de los intercambios, no menos apasionados, entre las instituciones que albergan y sostienen el psicoanálisis en cada ciudad, país o región.
Así, de la mano de Lean, luego de Forster, llego a Walt Whitman (1819-1892) y a su poema “Passage to India”, que fue incluido entre 1871 y 1872 en la quinta edición de su libro de poesía Hojas de hierba (Whitman, 1855/1983). Forster entonces se inspira en este poema (y en su existir, que en parte transcurrió en la India) y toma prestado su nombre para el título de su novela.
Considerado un humanista4, Whitman fue un escritor polémico y discutido en su tiempo, en especial a partir de Hojas de hierba, que se consideró un texto obsceno.
Según Rolando Costa Picazo (2008):
El poema de Whitman fue ocasionado por tres acontecimientos: la terminación del canal de Suez, que conectaba a Europa y Asia por agua; la conclusión del ferrocarril Union Pacific, que unía el este de los Estados Unidos con el oeste; y el cable transatlántico, que comunicaba a América con Europa. (p. 120)
Se da entonces un salto histórico-epistémico de los progresos de la tecnología y los medios de transporte, es decir, desde la ciencia a la poesía, a la narrativa, al cine. Correspondencias, trasbordos, accesos, canales que hablan de enlaces, aperturas, contactos.
Y así llego, o desde ahí vuelvo, a la correspondencia entre estos dos hombres, el Dr. G. Bose y Freud (Indian Psychoanalytical Society, 1999).
Cartas de una pasión transferencial ‒o novela epistolar, podríamos decir‒ sobre la permanente construcción de un psicoanalista y del psicoanálisis, como tantas otras que nos ha dejado Freud con variados desenlaces, pero que siempre aportan y renuevan, en su singularidad, una rica complejidad en la relectura de su obra.
Cartas que evocan otras correspondencias, como las de Baudelaire o Flaubert, donde asistimos también a la construcción de un escritor y su obra.
¿A qué llamado responde el interminable acecho solitario del lector?
Pascal Quignard
G. Bose, entonces, es el que escribe a Freud la primera carta ‒que se asume de comienzos de 1921, dado que Freud contesta el 29 de mayo de ese año‒. Así se inicia una correspondencia ‒según los registros disponibles‒ que termina con la última carta de Freud, fechada el 26 de diciembre de 1937. Un total de veinticinco cartas, veinticuatro entre ambos y una de Anna Freud al Dr. Bose.
Bose, proveniente de una familia de clase media de Bengala, había estudiado medicina en Calcuta. Tempranamente se interesó (como Freud) por la hipnosis, y luego por la psicología, lo que lo llevó a realizar una maestría en esta disciplina.
La primera carta que dirige a Freud es acompañada por su tesis Concept of repression [El concepto de represión], publicada en Calcuta en 1921 y con la que obtiene el título de Doctor en Ciencias de la Universidad de Calcuta. De este modo se presenta a Freud y le pide su opinión sobre su tesis.
En el prefacio de dicha tesis, que se transformó en libro, Bose (1921)5 había escrito:
A mí me interesó el hipnotismo desde muy tempranamente y lo había estado practicando con fines terapéuticos mientras era todavía un estudiante y por aproximadamente nueve años, antes de que entrara en contacto con el psicoanálisis en 1909. Al final de ese año comencé a tratar pacientes con el método psicoanalítico. La falta de conocimiento del idioma alemán hizo muy difícil mi trabajo y dependía mayormente de artículos de revistas y de referencias incompletas como fuentes de información. En ese momento no había una descripción sistemática del psicoanálisis en ningún libro en inglés.
Muchas verdades que encontré en ese entonces en el análisis de mis pacientes y que yo pensaba originales, eran en realidad conocimientos ampliamente sabidos, como pude descubrir más tarde. Esto fue tanto un placer como una decepción para mí. (p. 5)
La decepción entonces de no ser “el primer hombre”, pero el alivio de no estar solo, de no tener que atravesar la soledad que acompaña al pionero.
Freud responde a la primera carta, y un diálogo respetuoso se inicia, muy cuidadoso y expectante de la respuesta del otro. La curiosidad de uno y otro lado se abre paso inmediatamente. Freud se sorprende por cómo algunas de sus obras son leídas en India.
Bose se declara ferviente admirador de Freud y su obra, y le pide
una foto:
Espero que me pueda perdonar el atrevimiento si le pido que me envíe una foto suya. Yo, mi familia, mis amigos y un grupo importante de admiradores hace mucho tiempo que quisiéramos tener una foto. Hasta ahora no he visto su foto en libros o periódicos, si no, no le pediría. Tal obsequio de su parte sería muy valorado. (Indian Psychoanalytical Society, 1999, p. 3; segunda carta que escribe Bose a Freud luego de la respuesta de Freud, en 1929)
Freud pone en contacto a Bose con Jones para que reciba el International Journal y publique sus ideas, buscando que sus trabajos se integren a las discusiones del ámbito psicoanalítico. Así comienza Bose a imaginar y a trabajar para la fundación de una Asociación Psicoanalítica de la India. En enero de 1922, el proyecto se concreta y piden admisión a la Asociación Psicoanalítica Internacional, la que los afilia al poco tiempo.
Mientras tanto, Bose sigue esperando la foto de Freud y se disculpa por su insistencia.
En una de las cartas le comenta a Freud:
Un amigo mío, el Sr. J. Sen, un renombrado artista de la India y un ferviente admirador suyo, ha hecho, usando su imaginación, un dibujo de lo que él piensa que “usted debe parecerse”. (p. 6; carta del 26 de enero de 1929)
Freud le comenta: “El retrato imaginativo que me mandó es muy bonito, en realidad demasiado bonito para el sujeto que representa” (p. 8).
Bose ya había escrito en su prefacio que el encuentro con la obra freudiana había tenido para él algo de placer y de decepción a la vez; él también es un descubridor y quiere ser reconocido como tal. El interés por la foto, por encontrar la mirada de Freud, habla de su sensibilidad, de una avidez de presencia que reconoce y persigue hasta con cierto júbilo anticipatorio, podríamos decir, la imagen en espejo de aquel a quien Leclaire (1970) no dudó en atribuir una “verdadera pasión de descubridor de enigmas” (p. 31). También habla de sus vacilaciones…, su querer asimilar(se)6 y acercar(se) a Freud, a la vez que su inquietud con respecto al otro diferente, extranjero. Lo propio de la experiencia analítica escribiéndose y produciéndose entre cartas: ¿Quién es el otro? “¿Qué me quiere?” (Lacan, 1962- 1963/2006a, p. 14).
La búsqueda de la mirada
“Lamento que le estoy molestando con esta carta larga; mi única excusa es que quiero que mis descubrimientos sean testeados a la luz de su experiencia única” (Indian Psychoanalytical Society, 1999, p 18; carta del 11 de abril de 1929). Algo del mirar(se) y construir(se) en la mirada del otro, cuando me mira y me deja mirarlo… en sus textos, en sus cartas, en sus fotos y en las visitas que nunca se concretaron: “Estoy demasiado viejo para ir a la India. ¿Por qué no hacemos al revés y viene usted a Europa?” (p. 8; carta del 1 de marzo de 1922).
Finalmente llega la ansiada foto junto con un párrafo que el editor del libro de Bose le había pedido para su inclusión en una próxima publicación. Freud le escribe: “Como mi inglés es muy deficiente, lo invito a cambiar mis expresiones de la manera que usted entienda apropiada para sus propósitos” (p. 7).
A continuación, escribe el esperado párrafo:
Fue una gran y grata sorpresa que el primer libro sobre un tema de psicoanálisis que nos llega de esta parte del mundo [India] contenga un conocimiento tan completo del psicoanálisis e ideas originales tan profundas. El Dr. Bose ha enfocado su obra en el concepto de la represión y en su tratamiento teórico de este tema nos ha proporcionado importantes sugerencias e intensos motivos para seguir estudiando. El Dr. Bose apunta a una elaboración y evolución filosófica de nuestros conceptos básicos, prácticos, y solo me resta desear que el psicoanálisis pueda alcanzar el nivel al que él lo quiere llevar. (p. 7; carta del 20 de febrero de 1922)
Bose protesta, plantea que él también habla desde lo empírico, desde su experiencia. La discusión se apasiona, se tensa y por ello mismo se abre y se sostiene. El intercambio de artículos y puntos de vista sobre los mismos continúa.
Más adelante, en una carta del 31 de enero de 1929, Bose le dice: “Me gustaría que prestara especial atención a mi trabajo sobre el “Deseo edípico” [“Oedipus wish”], donde me he aventurado a diferir con usted en algunos aspectos” (p. 14).
Y Freud le contesta:
Usted me hizo dirigir mi atención especialmente sobre el deseo edípico y tuvo razón en hacerlo. Me provocó una gran impresión. De hecho no estoy convencido de sus argumentos. Su teoría sobre el deseo opuesto me parece que hace un énfasis mayor sobre el elemento formal que sobre el factor dinámico.
Todavía pienso que usted subestima la eficacia del temor a la castración, es interesante notar que el único error que yo pude encontrar en sus ensayos populares tiene relación con los mismos puntos […]. Por otro lado, nunca negué la conexión entre el deseo de castración con el deseo de ser mujer, ni la del temor a la castración con el horror de transformarse en una mujer. En mi trabajo “El sepultamiento del complejo de Edipo”, traté de introducir una posibilidad metapsicológica nueva, la de destruir un complejo al extraerle su carga de catexis, además de la otra idea de reprimirlo mientras su catexis se mantiene sin disminuirse.
Pero confieso que no estoy de ningún modo más convencido de la validez de mis propias asunciones. Todavía no hemos terminado de entender este intrincado asunto del Edipo. Precisamos más observaciones. (p. 16; carta del 9 de marzo de 1929, las itálicas son mías)
Me parece importante detenernos en este fragmento del intercambio, distante de la convicción, como una valiosa perla a mantener viva para seguir avanzando en nuestra disciplina. Y no solo en lo que a las discusiones sobre puntos de la teoría se refiere, sino también en lo que a técnica se refiere. Esfuerzo de estar más cerca de un hablar menos categórico y más abierto, que mantenga y represente el carácter precario de la experiencia analítica.
Correspondencia que invita, entonces, a un intercambio respetuoso y pausado, pero problematizador, que no disfraza las discrepancias o diferencias ni las borra, sino que las pone a trabajar.
A su vez, lo que Bose responde a esta carta, hablando sobre el “deseo edípico”, el “deseo de ser mujer”, el temor a la castración y los “síntomas de castración” aporta elementos más que interesantes para el debate actual sobre el lugar del Edipo en nuestra teorización, pero excede el propósito del presente trabajo.
Traduzco:
Por supuesto que yo no espero que usted acepte rápidamente mi lectura de la situación edípica. Yo no niego la importancia de la amenaza de castración en los casos europeos; mi argumento es que la amenaza debe su eficacia a su conexión con el deseo de ser una mujer. La verdadera lucha está entre el deseo de ser un hombre y su opuesto, el deseo de ser una mujer [the desire to be a male and its opposite the desire to be a femal]. Ya he hecho referencia a que la amenaza de castración es muy común en la sociedad india, pero mis pacientes indios no exhiben síntomas de castración al grado que lo hacen mis pacientes europeos. El deseo de ser una mujer es más fácil de desenterrar en mis pacientes indios hombres que en los europeos. En este sentido, me gustaría remitirlo a mi trabajo sobre homosexualidad, en donde discuto esta cuestión en más detalle… (p. 17; carta del 11 de abril de 1929)
La respuesta de Freud no demora en llegar:
Muchas gracias por sus explicaciones. Estoy muy impresionado por la diferencia en la reacción a la castración entre los pacientes indios y los europeos, y le prometo que me mantendré concentrado sobre el problema del deseo opuesto que usted acentúa. Este último es demasiado importante para tomar una decisión rápida, me alegro de esperar otra publicación suya. Me pregunto cuál “podría ser” la relación entre el deseo opuesto y el fenómeno de la ambivalencia. (p. 19; carta del 12 de mayo de 1929)
Continúan intercambiando ideas, y en la carta del 1 de enero de 1933, a más de diez años de iniciada la correspondencia, Freud le escribe:
Con relación a la opinión que me pide, solamente le puedo dar mis primeras impresiones, que no son de gran valor. Se necesita más tiempo y esfuerzo para superar el sentimiento de extrañeza cuando uno es confrontado a una teoría tan diferente a la mantenida hasta ahora, y no es fácil salirse de las formas del pensar a las que estamos acostumbrados […]. Pero no estoy pronto todavía para respaldar mis propias objeciones; todavía estoy confundido e indeciso. (p. 24; las itálicas son mías)
Me quedo con estas palabras de Freud, del tiempo y el esfuerzo para superar esa inquietante extrañeza, pero también agregaría lo estimulante de salirnos de lo familiar para acercarnos, no solo a otras miradas sobre conceptos teóricos de nuestra disciplina, sino también al rico legado de leyendas, mitos, religiones y filosofías que nos ofrece la India.
En tanto herederos de Freud sabemos cómo su dialogo con la literatura, la filosofía, los mitos y las religiones le permitió desarrollar sus ideas. Pienso entonces que acercarnos a lo que la India tiene para ofrecer en este sentido puede enriquecer la experiencia analítica y desarrollar aun más su campo.
Notas
↑1 | Asociación Psicoanalítica del Uruguay. |
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↑2 | Quest en inglés significa “búsqueda”, “misión”, “expedición”. |
↑3 | “He is ‘no longer examining life, but being examined by it’”. |
↑4 | “Cuando Walt Whitman contemplaba las vistas democráticas de la cultura, trató de ver más allá de la diferencia entre belleza y fealdad, importancia y trivialidad. Le parecía servil o relamido establecer distinciones de valor, salvo las más generosas”, nos recuerda Susan Sontag en su trabajo Sobre la fotografía (2017, p. 35). |
↑5 | La traducción de esta y las demás citas de este artículo son propias. |
↑6 | “Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado”, escribe Susan Sontag (2017, p 14). |